EL JARDIN
AMURALLADO
Atardeceres de
enredada claridad,
recodos que en el
alma sin sentido,
caminan tras la
huella de su orilla
dejando que el
recuerdo de tu pelo
te marque los
olores de la brisa.
Henchido apasionado
por los besos
recuerdas con los
ojos ya cerrados
las manos que
acarician la pleamar,
las piernas que te
enlazan
su risa y su salado
despertar…
su forma de
mirarte… y de amar.
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